Por Héctor Silva, Director de Tecnología para América Latina y el Caribe en Ciena
Las ciudades del mundo, tanto las grandes urbes como las pequeñas, tienen la mira puesta en volverse más inteligentes. Específicamente, están planeando su evolución para pasar de ser ciudades relativamente pasivas, a ser ‘ciudades inteligentes’. Con esto nos referimos a una serie de esfuerzos coordinados por parte de gobiernos, empresas y otras organizaciones para aprovechar innovaciones en la red que mejoren la calidad de vida de los usuarios, la forma en que se realiza el trabajo y la sustentabilidad en favor de las personas que viven y trabajan en ellas. En este contexto, surgen ahora las siguientes interrogantes, ¿las ciudades cuentan con la infraestructura de red necesaria para que nuevas e innovadoras tecnologías funcionen de manera correcta, sacándole ventaja a estas aplicaciones? A medida que la población urbana siga creciendo, y con ella el número de personas que utilizarán los nuevos servicios desplegados, ¿podrán las redes seguir este ritmo?
¿Cómo es una ciudad inteligente?
Hoy en día existen millones de dispositivos conectados en muchas ciudades y miles de millones más que están por llegar, los cuales pueden convertir a una ciudad en inteligente, a través de la recopilación de datos en tiempo real sobre el tráfico vehicular, el clima, la energía, el consumo de agua y muchos otros sistemas. Esos datos pueden ser analizados y el conocimiento generado a partir de ello puede emplearse para comprender qué sucede en las ciudades y predecir su futuro.
La Ciudad de México se ha enfocado en mejorar su infraestructura de telecomunicaciones, instalando una red digital a lo largo de su geografía para conectar cámaras de seguridad y otros escáneres que monitorean el tráfico local con oficinas de gobierno. De acuerdo con la GSMA, el país es el segundo mercado más grande de dispositivos móviles en Latinoamérica (después de Brasil), con 89 millones de suscriptores, los cuales representan 105 millones de puntos de conexión, registrados para el primer trimestre de 2016, muchos de ellos localizados en la capital. Este crecimiento en la conectividad es importante no sólo para la experiencia de los usuarios finales sino también para la economía, en términos de valor agregado, la contribución económica total de la industria de los dispositivos móviles alcanzará los 52 mil millones de dólares para el 2020, lo que representa más del 3.8% del PIB de México, un crecimiento con relación a los 40 mil millones que sumó en el 2015.
5G impulsará la ciudad inteligente
La ciudad inteligente del futuro cercano e incluso del presente, se construye sobre la base de un flujo de datos ininterrumpido y confiable, proveniente de redes fijas e inalámbricas que están interconectadas. En casos donde los datos deban registrarse y ser analizados en tiempo real, no se puede interrumpir el flujo de información, ni mucho menos verse suspendido debido a problemas de latencia en la red, es decir, por tiempos de espera.
Afortunadamente, la llegada de las redes móviles 5G traerá consigo nuevas capacidades para hacerle frente a los temas de interrupción y asegurarán que los distintos requerimientos de latencia, ancho de banda y confiabilidad de los diferentes servicios se cumplan, todos en una sola red. A esto es a lo que se le conoce como network slicing o segmentación de la red.
5G implementará importantes mejoras en cuanto a desempeño y otorgará a los operadores de redes móviles la capacidad de segmentar virtualmente la red para garantizar el funcionamiento correcto de distintas aplicaciones. Este proceso permitirá a las redes dividirse en varias porciones que se pueden administrar de forma independiente, ser personalizadas y, lo que es más importante, no afectarse entre sí cuando algún segmento esté fallando o sobrecargado. Esto último es de gran importancia para la implementación de las ciudades inteligentes ya que los dispositivos que están conectados a ella pueden tener un impacto directo e indirecto en la vida de las personas. Pensemos, por ejemplo, en una red auxilio que esté compuesta por herramientas avanzadas de comunicaciones para ayudar a coordinar las respuestas de manera rápida y efectiva durante una emergencia. Si un desastre ocurre y los habitantes de la ciudad recurren a ella al mismo tiempo, entrando a redes sociales para enviar textos, fotografías y videos, los operadores podrán garantizar la conectividad a esta red, ya que le garantizarían el acceso a la red 5G, por lo que este segmento de la infraestructura sería la más relevante y la que tendría prioridad.
La preparación de la red: SDN y NFV
En la medida que las ciudades se vuelven más inteligentes y conectadas, los operadores deben asegurarse de que sus redes sean flexibles y capaces de realizar estas segmentaciones para cumplir con las crecientes y cada vez más diversas necesidades de las ciudades y su población. La clave para lograr esto será la implementación de redes definidas por software (SDN por sus siglas en inglés) y la virtualización de las funciones de red (NFV por sus siglas en inglés). Las redes 5G tendrán que ser adaptables, dinámicas y programables de punta a punta, apoyándose en un sistema virtualizado. Conforme cada uno de los segmentos de la red se vaya implementando, su desempeño se irá adaptando de forma autónoma y programática.
SDN permite la implementación de segmentos de red personalizados para una gran variedad de casos de uso empleando la infraestructura existente de activos de red físicos. NFV, por su parte, permite la ejecución de una amplia variedad de funciones de red virtual (VNF por sus siglas en inglés), independientemente de la ubicación física, lo que quiere decir, que dichas funciones se pueden desplegar y ejecutar de manera dinámica en partes distintas de la red, para cada uno de los segmentos.
Oportunidades de ingreso y amenazas en materia de seguridad
Las redes que ya puedan implementar SDN y NFV abrirán las puertas a más casos de uso, incluidos aquellos que aún están por desarrollarse. Esto contribuirá a generar mayores flujos de ingresos que vayan más allá de la oferta disponible de conectividad y capacidad. La idea es que cualquier nuevo servicio que aumente la diferenciación entre las redes móviles, se volverá un foco de atención para los operadores, ya que en la mayoría de las regiones el precio se ha convertido en el principal diferenciador en la comercialización del ancho de banda. Otro punto importante es garantizar que los segmentos de red más robustos estén dirigidos a los servicios vitales que requieran de métricas garantizadas (como el caso de los vehículos autónomos y los servicios públicos que brindan las ciudades, por ejemplo, la seguridad pública, el acceso y visibilidad de datos públicos, entre otros). Esto no solamente será un factor que genere ingresos para los operadores, sino que también garantizará la efectividad de tecnologías innovadoras, pensadas para ciudades inteligentes en favor de la vida del ciudadano.
¿Viviremos todos en ciudades inteligentes pronto?
Las ciudades y sus habitantes tienen gran interés en aprovechar los múltiples beneficios que ofrecerán las ciudades inteligentes. Los operadores de redes deberán decidir si formarán parte de este proceso y si garantizarán que la ciudad conectada del futuro cuente con los cimientos necesarios para poder llevar a cabo esta transformación. Aprovechando la capacidad que tendrá 5G para segmentar las redes, los operadores podrán ofrecer la conectividad, velocidad y confiabilidad necesarias dependiendo de lo que requiera cada caso específico.