Por Nicolás Lucas
El Economista
El Instituto Federal de Telecomunicaciones discutirá y votará el martes en sesión extraordinaria el plan para crear una nueva empresa de servicios mayoristas a partir del brazo de infraestructura de Teléfonos de México, con sistema operativo, gobierno corporativo independiente y marca propia. Es la Separación Funcional en Telmex, medida regulatoria liderada por el IFT en marzo de 2017 a América Móvil y sus filiales Telmex/Telnor para asegurar la sana competencia en el mercado de las telecomunicaciones fijas.
La propuesta de separación funcional quedó definida en lo general previo a la semana que recién terminó y los comisionados que integran el pleno del IFT ya fueron avisados sobre esta votación, adelantaron tres fuentes con conocimiento directo del tema. Una de las fuentes aseguró además que la nueva regulación será más severa para Telmex.
La resolución que el IFT defina en la materia para Telmex en la discusión de ese día será la de mayor trascendencia para la historia reciente de la compañía, desde su privatización en 1990. La industria de las telecomunicaciones mexicanas no ha conocido antes una separación funcional o estructural de una empresa del sector. Sólo una situación imprevisible o algún detalle no bien explicado a los comisionados en los documentos ya planchados podrían aplazar la votación.
El regulador votará sobre el futuro de Telmex unas horas antes de que por ley concluya la gestión de la comisionada Adriana Labardini como miembro del pleno del IFT, el 28 de febrero. Desde Los Pinos no se ha elegido de entre una terna propuesta el 26 de octubre por un comité de notables al reemplazo que durará nueve años en ese cargo. Son siete los comisionados que integran el pleno y se requiere del voto de cuatro de ellos para avalar el plan de la separación funcional.
La decisión que tome el regulador el martes hará posible que terceras empresas cuenten, bajo criterios muy específicos, con un acceso más eficiente y en condiciones no discriminatorias a la infraestructura fija de América Móvil. La nueva empresa proveerá exclusivamente servicios mayoristas relacionados, por ejemplo, con la red de acceso y los enlaces dedicados de Telmex/Telnor, insumos esenciales para configurar nuevos productos que terminen por beneficiar al consumidor y la competencia en el mercado.
La votación llegará una semana después de que América Móvil dijo a analistas financieros tener el conocimiento acerca de que el tema sería tratado por el IFT en los primeros días de marzo. AMX también aprovechó la ocasión para enviar un mensaje al regulador sobre su insistencia de entrar al negocio del video en México ante los negativos que ha venido presentando Telmex en sus estados financieros durante los últimos trimestres en los rubros de la telefonía local, la interconexión y la larga distancia.
La empresa ligó en 2017 dos años de pérdidas netas. En 2016 la pérdida anual fue de 1,619 millones de pesos y de 2,909 millones de pesos en 2017. Los ingresos de la operadora también cayeron 2.5% en el año y 4.6% en el último trimestre. Prodigy Infinitum, que representa ya el 51.09% del negocio total de Telmex, no pudo compensar todas esas pérdidas en el año.
El mandato de la separación funcional de Telmex derivó de una serie de revisiones bianuales a la eficacia de las medidas establecidas por el IFT a los agentes económicos considerados como preponderantes en telecomunicaciones y radiodifusión tras la reforma sectorial del 2013, con el fin de equilibrar la competencia y concurrencia de actores en esos mercados y para beneficio pleno de los consumidores.
La autoridad determinó en marzo del 2017 una separación funcional para Teléfonos de México, a quien ordenó presentar una propuesta en un plazo límite de 65 días hábiles. La empresa presentó en tiempo un plan, el regulador lo analizó y le ordenó en octubre adicionar una serie de modificaciones y presentarlas antes del 13 de diciembre. Si el IFT aprueba en definitiva el proyecto que discutirá el martes, Telmex tendría hasta 2020 para poner en operación a la nueva empresa.
Fuente: El Economista