Agencias
El futuro de la electricidad pasa por las tecnologías inalámbricas; no queda mucho para que las baterías y los cargadores (al menos los de cable) sean cosa del pasado. Ya hay avances en estos campos, convirtiendo las ondas de radio en electricidad mediante antenas. El problema reside en que esta metodología aún no arrojaba los resultados esperados debido a las limitaciones.
Ahora, unos investigadores del MIT han logrado perfeccionar la técnica, la cuál ha sido diseñada por el ingeniero español Tomás Palacios. Gracias a unos ajustes en la fórmula y a unos cambios en los materiales su rendimiento ha mejorado pudiendo convertir ondas electromagnéticas en corriente continua.
Esta tecnología realmente no es nueva. Estas antenas se conocen como antenas de rectificación o rectennas (rectifiying antenna). Estos dispositivos convierten la corriente alterna procedente de las radiaciones electromagnéticas en electricidad de corriente continua. Ahora estos investigadores han conseguido mejorar la fórmula ya existente y han construido una que es capaz de obtener dicha electricidad de la señal WiFi, con un rendimiento mucho mayor y con un cambio radical: el poder cubrir grandes extensiones de terreno gracias a su material flexible de bajo coste.
La clave del éxito de este avance está en los materiales. Las rectennas que había hasta ahora poseían un rectificador que es el encargado de realizar el cambio de corriente. Este estaba fabricado a base de arseniuro de silicio o galio. Este material ha cambiado, y ahora se ha usado disulfuro de molibdeno. Su principal ventaja es su flexibilidad y sobre todo su coste, al ser más barato. Esto le permite cubrir grandes porciones de terreno y ser fácilmente maleable (carreteras, puentes, etcétera).
Este material si se expone a ciertos elementos químicos reacciona y sus átomos se reorganizan, desembocando en que se pueda usar como un interruptor y forzar así la transición de semiconductor a material metálico. La resistencia en serie y la capacitación parásita, fenómeno inevitable en electrónica que deja carga en ciertos materiales ralentizando el circuito, disminuyen. Se sigue almacenando, sí, pero debido al cambio continuo de un tipo de material a otro este almacenaje se realiza en una cantidad mucho menor, obteniendo un mayor rendimiento y mejores resultados.
Adiós a las batería, el futuro de estas antenas
El objetivo de estas nuevas antenas es prescindir en la medida de lo posible las baterías. Con este método se suministraría de forma constante a los dispositivos de nuestro día a día de electricidad sin depender de autonomía ninguna. El WiFi llega a todos los lugares gracias a su largo alcance, por lo que la instalación de estas antenas tanto en ciudad como en casa eliminaría por completo la necesidad de baterías.
De hecho se especula con nuevos usos para aprovechar dicha tecnología. Por ejemplo, se podrían desarrollar cápsulas ingeribles y que en el organismo enviaran a un ordenador la información sanitaria del paciente. Las baterías son peligrosas para los seres humanos y prescindiendo de ellas alimentándose por WiFi esta operación sería muchísimo más viable.
Los primeros experimentos de esta antena han sido fructíferos, si bien por ahora su eficiencia y potencia son algo menores a las opciones actuales. Para hacernos una idea, esta antena ha conseguido producir alrededor de 40 microwatts de potencia, habiéndose expuesto a señales típicas de Wifi de 150 microwatts. Esta potencia es suficiente para iluminar la pantalla de un móvil, por ejemplo, aunque sigue siendo insuficiente.
No debemos alzar aún las manos para alegrarnos ya que estos son los primeros pasos de un proyecto muy grande. Si se lleva a buen término podremos ver un futuro en el que las baterías y sus porcentajes de carga y descarga desaparecerían. ¿Os imaginais un mundo en el que no tuviéramos que cargar nuestros smartphones? Tan sólo queda frotarnos las manos.
Fuente: El Español