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Por Nicolás Lucas, El Economista

El jueves 7 de marzo se cumplirán cinco años de las políticas regulatorias especiales que pesan sobre Teléfonos de México desde ese mismo día de 2014. Es el primer lustro de las medidas de preponderancia que, entre otras obligaciones, ordenan a Telmex a compartir su infraestructura con terceros competidores y a no cobrar por la terminación de comunicaciones de voz en su red, aunque esta última ya no será efectiva en 2019 como resultado de una decisión judicial.

Con la regulación particular a Telmex y otras empresas del grupo América Móvil, el Estado ha intentado propiciar una mayor competencia, calidad y acceso a servicios a favor del consumidor en lo que se refiere al mercado fijo y ante la posición predominante que esta empresa tenía en las redes fijas previo al año 2014.

Así, por ejemplo, desde 2015 desapareció el cobro por larga distancia nacional, resultado de la innovación tecnológica y de una política regulatoria que impactó en los resultados financieros de Telmex y otras compañías del sector, pero que también benefició al usuario.

En cinco años de preponderancia, Telmex ha mantenido estable su base de clientes y ésta ha crecido 6.59% en usuarios únicos de 2014 a 2018 y 5.43% de 2017 a diciembre de 2018. Pero la baja de tarifas y la creciente competencia de otros operadores que ofrecen paquetes más nutridos de servicios como el triple play (telefonía, Internet y televisión), han provocado que Teléfonos de México, al menos en cinco años, tenga una somera merma de clientes que le tienen contratado más de un servicio, una baja de 0.49% en este lustro de referencia.

Lo anterior ha provocado que la compañía ingrese menos dinero año contra año y que este hecho se traduzca en aprietos para generar inversiones, utilidades para sus accionistas, bonos para su nómina de empleados en la que ya pesan más las pensiones para jubilados que el personal en activo, y también para cumplir con compromisos regulatorios que suponen desembolsos financieros, como la escisión de su brazo mayorista; la llamada separación funcional de Telmex que la empresa ya dijo que no va a financiar, pero que por ley tiene plazos fatales de cumplimientos.

Telmex además debe cumplir con un pago prometido de 7,448 millones de pesos en 2019 para mantener a raya su deuda, de 21,979 millones de pesos a diciembre de 2018 y de la que 43.9% se cifra en dólares y 56.1% va en pesos mexicanos. Telmex anhela tener una deuda de sólo 5,000 millones de pesos en 2021.

Estas complicaciones tienen como soporte una baja de 10.92% en los ingresos totales de Telmex en la comparativa de 2018 frente al dato 2014 y de 2.79% entre los ingresos de 2018, comparados con los de 2017.

El resultado neto de la compañía también se ha vuelto rojo en estos cinco años. En 2014, Telmex tuvo una utilidad neta de 6,277 millones de pesos y ésta cayó a la mitad durante 2015, el primer año, por ejemplo, sin cobros como la larga distancia.

De 2016 a 2018, la telefónica reporta pérdidas netas; sólo el año pasado cerró con una pérdida de 4,017 millones de pesos, superior en 63 millones a las pérdidas netas combinadas de los años 2016 y 2017.

Y todo ello, en combinación con el hecho de que Prodigy Infinitum no logra ya compensar las bajas en otros rubros de negocios –ingresó 49,137.13 millones de pesos en el último trimestre de 2018–, pues si bien el negocio de datos creció 6.1% en 2015 y 4.2% en 2016 y 4.0% en 2017su aportación a los ingresos generales, sufre para palear bajas, por ejemplo, de 23.8% por interconexión en 2016.

Por todo lo anterior se explicaría que una filial de esta compañía se acercó al Instituto Federal de Telecomunicaciones para solicitar la habilitación de ofrecer servicios audiovisuales de telecomunicaciones, del que eventualmente pudieran echar mano la operadora móvil Telcel y la misma Telmex, que a su vez ya ha ido construyendo redes robustas de fibra óptica y otros componentes de avanzada para cuando llegara el momento de vender video u otros servicios basados en nuevas tecnologías, como 5G e Internet de las cosas (IoT).

“Telmex ha decidido mantener sus inversiones en fibra óptica, pero no ha visto el retorno de esas inversiones probablemente por la caída de los precios, la baja de usuarios y la creciente competencia, pero aun así ha mantenido un nivel de inversión importante en despliegues de extensión de red y construcción de anillos metropolitanos, esperando conseguir la oportunidad de recuperar esas inversiones”, dice Gerardo Mantilla, gerente de Proyectos Regulatorios de Telecom Business Review.

En la comparativa quinquenal y tomando aun parámetros como los vaivenes del tipo de cambio peso-dólar y los niveles de inflación en México, Telmex incrementó en 27.07% sus inversiones de 2014 a 2018, pese a la apreciación de que tuvo un desplome de 12.23% en la comparación de 2017 contra 2018.

La telefónica dice en reportes a la Bolsa Mexicana de Valores que, según el periodo de referencia, sus inversiones, entre 70 y 92% de las mismas, han ido a parar a la construcción de redes de fibra óptica y otros componentes de avanzada con los que pueda mantener vivo su negocio.

Telmex invirtió 11,338 millones de pesos durante 2018, una cifra mucho menor a los 18,164 millones de pesos de 2016, pero superior a los 8,922 millones de pesos de 2014, “y estas son inversiones notables en redes mientras las ingresos caen más de 10%”, expone Mantilla, de Telecom Business Review.

Telmex presume contar con una red de más de 300,000 kilómetros de redes de fibra óptica por todo México.

En el mercado de las telecomunicaciones fijas se expanden el número de marcas que ofrecen paquetes combinados y por tanto los precios se presionan a la baja, de ahí que Telmex ahora esté más que nunca interesado en vender productos de video y otros que deriven de las redes de 5G, todo a cinco años de la política regulatoria de la preponderancia.

“Pareciera que la estrategia va focalizada hacia un futuro producto con triple play y en que la fibra óptica será pronto una oportunidad enorme para sacar rentabilidad en otros servicios, inclusive con empresas que hoy no tienen nada que ver con el sector”.

Fuente: El Economista

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